Huerto Alegre, educación para la vida

Un paseo en 1982 por siete hectáreas de terreno en plena sierra de Granada, en un paraje rodeado de árboles, plantas y fauna, sumado al deseo de autonomía personal y de un proyecto de empleo de un grupo de amigos y amigas desembocó en la creación de Huerto Alegre Sociedad Cooperativa Andaluza. En un entorno único y con la ilusión como principal capital, este grupo de personas emprendedoras creaba, sin saberlo, el concepto de educación ambiental en la provincia granadina.

 

Un antiguo cortijo en ruinas, con el sabor del pastoreo y las labores del campo aún impregnado en sus ladrillos, fue la excusa para levantar este proyecto desde cero. Al principio todo fue esfuerzo, con el ejemplo de la granja escuela “La Limpia” de Guadalajara, las socias y socios de Huerto Alegre renunciaron a casi todo para poner en pie aquellas ruinas y su futuro laboral. En el verano de 1983 unas instalaciones, que cuentan con establos, talleres, dormitorios, cocina, huerta y todo lo necesario para acercar la naturaleza a los más jóvenes, estaban preparadas. Las ganas y la experiencia profesional de las personas que integraban la cooperativa, en la actualidad tres socias y un socio, estaban listas, sin embargo no había niños ni niñas. Ahora la piedra estaba en el tejado del Patronato Municipal de Escuelas Infantiles y el Ayuntamiento de Granada, que por suerte, aceptaron el reto y otorgaron a Huerto Alegre la vida definitiva.

 

Desde ese verano de hace treinta y dos años, la finca es una escuela de educación ambiental donde el disfrute del entorno natural y la rigurosidad de la enseñanza se entremezclan entre sí. “Educar para la vida” es el principal objetivo de los y las profesionales de esta cooperativa de trabajo. Entre las enseñanzas impartidas está la ayuda a poder analizar el mundo desde una mirada constructiva y crítica, y para ello nada mejor que el contacto directo con la naturaleza y el conocimiento de las labores medioambientales. El entorno rural proporciona a los niños y niñas unas destrezas desconocidas. La irrupción temprana de las nuevas tecnologías en la vida de los más pequeños supone un desconocimiento casi total de las habilidades necesarias para desenvolverse en el campo o la naturaleza. La cooperativa Huerto Alegre intenta acercar la realidad más cercana a los bosques y arroyos de la zona a los participantes en sus actividades, campamentos y experiencias. La riqueza de la biodiversidad natural que rodea al cortijo es la herramienta principal para el aprendizaje.

 

Huerto Alegre además ofrece una constante apuesta por la calidad en todos los procesos de trabajo. Las demandas de los participantes son escuchadas y analizadas de forma pormenorizada para, de esta forma, satisfacer esas necesidades y ofrecer al público una mejor atención. Los profesionales de la cooperativa, que cuenta con una treintena de personas empleadas, forman parte de una continua estrategia de formación para cultivar la creatividad, la innovación y la responsabilidad cooperativa.

 

Al margen de la Granja Escuela, la cooperativa ha crecido y a escasa distancia de la localidad de Dílar, se esconde entre los paisajes del Parque Natural de Sierra Nevada, el aula de la naturaleza “Ermita Vieja”. En un valle frondoso, rodeada de nogales, huertas tradicionales y pinares. Acompañada por el sonido constante y fiel del río, el aula atiende la llegada de niños, niñas, jóvenes, adultos… que quieren conocer, disfrutar de este entorno y aprender a respetar el medio ambiente. Se trata de un edificio rústico de nueva construcción acondicionado para albergar a grupos en habitaciones múltiples, con amplias salas y talleres para desarrollar cómodamente los diferentes programas de trabajo, la biblioteca con la chimenea nos invita al final del día a conversar relajadamente al calor del fuego, a contar historias o a divertirnos con juegos y danzas, música o teatro.

 

Comenta Mari Luz Díaz, presidenta de la cooperativa, que durante estos más de treinta años han afrontado todo tipo de dificultades laborales, económicas, e incluso de pérdida de valores, “sin embargo la convicción de que estamos haciendo algo potente, necesario y vital nos aporta la fuerza necesaria para reinventar el proyecto y continuar”. Para Mari Luz, durante estos 34 años han aprendido, experimentado y disfrutado de la aventura. Su objetivo es “ contribuir al desarrollo de la economía social y solidaria de Andalucía, así como dignificar el el trabajo de la educación ambiental y promover un sistema educativo más abierto e integrado en por diferentes instituciones que conciban los Centros de Educación Ambiental como recursos de apoyo a la comunidad educativa.