Francisco Fernández Sevilla es desde el 11 de mayo el máximo representante de UGT en Andalucía. Este almeriense de 52 años nació en Berja en el seno de una familia trabajadora cuya situación le hizo compatibilizar desde edades tempranas el trabajo y los estudios. Según señala, su entorno familiar y personal es el que le aportó la base ideológica en defensa de la justicia e igualdad social. Fernández es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada y su experiencia profesional se desarrolla en el ámbito del sector agrario. Su bautizo sindical está ligado a la Federación de Trabajadores de la Tierra de la Unión General de Trabajadores.
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¿Qué posición están adoptando los sindicatos, en este caso UGT, frente a aquellas empresas que aún teniendo buenos resultados optan por llevarse la producción a otro lugar?
Es inadmisible. Nuestra posición es de absoluto rechazo, denuncia e indignación. Las empresas no pueden cerrar sin más y dejar “tirados” a los trabajadores, máxime si han tenido subvenciones anteriores. Los comités de empresa de esos centros de trabajo están haciendo una labor ingente para que no cierren y nosotros, como sindicato, estamos trabajando para buscar alianzas con la Administración con el objeto de que la exigencia del empleo se mantenga y, en último caso, movilizándonos a efectos de que la empresa, en un situación sin sentido, no se deslocalice. Lo único que buscan esos empresarios es abaratar sus costes de empleo y, por tanto, nos oponemos frontalmente a una decisión unilateral que busca únicamente su mayor beneficio.
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¿Podría darnos los datos del número de empresas en esta situación en nuestra comunidad?
Es muy difícil dar datos porque continuamente se está produciendo. Sin ir más lejos esta misma semana acabamos de enterarnos que la planta aeronáutica Aerosur, en Cádiz, podría cerrar y llevarse la producción a Turquía. En los últimos años muchísimos trabajadores se han visto afectados por las deslocalizaciones, desde la famosa fábrica de Gillette en Sevilla, que quizás fue de las primeras, hasta las últimas que se están dando en estas fechas como Tabacalera. La más sonada quizás de los últimos años fue Delphi, con más de mil trabajadores directos y otros tantos indirectos afectados.
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Desde FAECTA se está promoviendo la recuperación de empresas en crisis por parte de los propios trabajadores y trabajadoras ¿se prescribe desde UGT a los trabajadores y trabajadoras la posibilidad de constituirse en cooperativa?
Esa es una de las posibilidades que se buscan cuando no conseguimos que la empresa finalmente se convenza de mantenerse en nuestra tierra. Es una de las fórmulas que se suelen utilizar, vía cooperativa o vía sociedad anónima laboral, como un elemento para que los propios trabajadores sean los que se puedan quedar con los activos.
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Por su experiencia sindical, ¿considera que esta es una opción válida?
Por supuesto que sí, de hecho se han dado circunstancias en el que los trabajadores han podido mantener su empleo, han podido mantener su actividad, gracias a esta fórmula. En momentos de crisis como el actual, en el que no sólo es que cada día se pierde más empleo sino que no se recupera, el cooperativismo es una buena herramienta para buscar alternativas.
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La nueva Ley de Cooperativas abre la puerta a la cooperativa de impulso empresarial, una iniciativa que da cobertura a los grupos de emprendedores de cualquier sector profesional, ¿está UGT a favor de esta fórmula?
Sí, es una forma válida de buscar salidas. La ley abre la posibilidad en mayor medida para que los que conforman la cooperativa tengan más capacidad, a efectos de darle una viabilidad real a la empresa. Nosotros siempre vamos a estar de acuerdo con cualquier incentivo o cualquier apoyo que se dé para que se puedan mantener las empresas y que esto repercuta directamente sobre el empleo y la estabilidad de los trabajadores.
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En FAECTA consideramos que se pueden establecer alianzas y pactos para fomentar el cooperativismo de trabajo y garantizar la continuidad de la empresa y de la plantilla, ¿cómo cree que puede materializarse estas iniciativas?
Claro que se pueden establecer alianzas, de hecho es lo que hacemos desde las organizaciones que tenemos una misma visión de lo que es la forma de trabajo. Se hace en acuerdos o se conforman, en este caso, en una federación de cooperativas o se asocian a través de una organización superior, como es CEPES. Así se establecen alianzas estratégicas con organizaciones, en este caso los sindicatos, que tenemos una coincidencia en cuanto al planteamiento de empresa, en cuanto a la forma de cómo deben desarrollarse.
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El movimiento sindical ha mantenido el equilibrio de fuerzas en las relaciones sociales y laborales, ¿qué diría a quienes ponen en cuestión esta función social?
Efectivamente, el movimiento sindical nace para la defensa de los intereses de los trabajadores y para que la empresa tenga también su parte social. A través de la negociación se establece el equilibrio para que la empresa tenga beneficios, para que los pueda reinvertir en su propia actividad y, por otro lado, que se pueda repartir ese beneficio con los trabajadores, materializándose en estabilidad en el empleo, en mejores derechos, en salarios adecuados. La última reforma laboral lo que ha hecho es desequilibrar esa balanza que existía, que obligaba a las partes a poder negociar en igualdad de condiciones. Eso se ha roto actualmente.
Hay quien piensa, en este caso el neoliberalismo más a ultranza, que no son necesarios los interlocutores y que se debe individualizar las relaciones laborales. Esta es una visión equivocada, porque lo que puede ser positivo en un caso concreto, en su globalidad y en el tiempo puede ser negativo. Lo que nos puede llevar es a que exista mayor conflicto social.
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En sus primeras intervenciones públicas como secretario general de UGT usted ha destacado que en estos momentos hay que poner a las personas por encima del capital, una idea coincidente con los principios y valores que defiende el cooperativismo. ¿Es el cooperativismo la vía para conseguir más justicia social?
Es una de las vías, de hecho nuestra defensa del cooperativismo cuadra perfectamente con la idea de que las personas estén por encima del capital. Eso lo hace a la perfección la cooperativa, porque el beneficio empresarial está mucho más repartido cuando el empleo y los trabajadores conforman un activo de la empresa real, no como en otras empresas donde únicamente son números o se tratan como costes.
Pero, por otro lado, las cooperativas, siendo una de las soluciones para hacer mayor redistribución de la riqueza, también necesitan redimensionarse adecuadamente. No por ser una cooperativa tiene resuelta su viabilidad. La globalización actual necesita tener músculo, necesita tener capacidad y eso se consigue con la unión de las diferentes cooperativas para poder competir en el mercado. Es necesario establecer una primera fase de cooperativa de base y luego desarrollar un cooperativismo de segundo nivel, que sirviese para dar más fuerza al cooperativismo y garantizar viabilidad en este mundo cada vez más globalizado.